El crimen de los cuatro niños indígenas asesinados por las disidencias de las Farc en el Putumayo no tiene perdón de Dios. No hay suficientes palabras para expresar el dolor y el repudio que produce el hecho de que estos menores, que estaban escapando del reclutamiento forzado, hayan sido vilmente asesinados por los delincuentes del frente Carolina Ramírez, pertenecientes a las disidencias que se hacen llamar “Estado Mayor Central de las Farc”. El presidente Petro decidió suspender operaciones en contra de un grupo como este (y muchos otros) hace más de cinco meses e, inexplicablemente, pactar un cese al fuego que solo existió –y sigue existiendo– por parte del Estado.
En el país nos enteramos de esta tragedia gracias a la Organización Nacional de los Pueblos Indígenas de la Amazonía Colombiana (Opiac), que alertó de la masacre de los niños, ocurrida específicamente en los límites entre Amazonas y Caquetá. De forma cínica y desconcertante, esta agrupación de criminales reconoció que fue responsable de la masacre, afirmando en un comunicado que “frente a los hechos ocurridos (…) asumimos la responsabilidad de la muerte de los tres jóvenes (no cuatro) que fueron ajusticiados, quienes tienen la edad que exige el derecho internacional humanitario para el reclutamiento de combatientes, que en nuestro caso es de manera voluntaria”. Toda una instrumentalización cínica de la niñez con fines criminales. ¿Cómo se explica que desde hace al menos 150 días el Estado no haya realizado acciones militares y de inteligencia contra un grupo de criminales que sigue ejerciendo violencia, atentando contra la población civil y burlándose de la ley y de todos los colombianos que depositan su fe en una paz negociada?
Esta masacre, que alimenta la tragedia de terror que no para en el país, es una prueba más de la sevicia y el dolo con el que las disidencias actúan. No existe el mínimo respeto por las normas del derecho internacional humanitario ni por el máximo marco de garantías que son los derechos humanos. Aunque a estos criminales no les importe, al Gobierno y a toda la nación tendrían que preocuparnos hechos como estos que constituyen un reclutamiento forzado de menores, además de una infracción grave a los Convenios de Ginebra, es decir, un crimen de guerra y lesa humanidad, y un homicidio de menores de edad en estado de indefensión. ¿Cuál es la postura del presidente Petro frente a estas violaciones del DIH? El país no puede conformarse con una declaración presidencial condenando el hecho, al tiempo que inicia conversaciones con ese mismo grupo criminal sin un marco de negociación claro y con todas las concesiones a su favor.
Desde el inicio del Gobierno Petro, los criminales en este país se sienten protegidos y con mucho más control territorial. Lamentable y doloroso el atentado terrorista en Tibú, Norte de Santander, donde fueron asesinados dos de nuestros policías y una mujer. El fracasado artilugio de la “paz total” (…mente mafiosa) está cobrando vidas, debilitando la institucionalidad y la tranquilidad de la gente; por eso, hasta el mismo Petro se está alejando de su invención, expresando recientemente que la “paz total” fue un invento de los medios de comunicación. Nada más mentiroso y cobarde que eso. Hay videos, comunicados y documentos institucionales que evidencian cómo a este invento desastroso le dio origen Petro y su gobierno.
Las políticas actuales lideradas por el presidente Gustavo Petro nos están alejando de la paz que todos los colombianos anhelamos y están llevando al fortalecimiento de la desconfianza y el miedo en todo el territorio nacional. El reclutamiento forzado de niños y niñas aumentó en un 53,3 por ciento en el primer trimestre de este año, comparado con el mismo periodo del año 2022. El alto riesgo en el que se encuentran la niñez y la adolescencia de ser reclutadas, usadas y utilizadas por los actores violentos está aumentando considerablemente. Si el Gobierno nacional y las políticas de cambio que está liderando no logran proteger la vida, la integridad y el futuro de todos los niños y niñas de Colombia, especialmente de los más vulnerables, es porque están fracasando y es el país el que está perdiendo.
La responsabilidad y el compromiso original del presidente debe ser con los niños, las niñas, los jóvenes y todas las familias colombianas que trabajan honradamente por un mejor futuro, no con los criminales que obstaculizan ese propósito, como hasta ahora lo hemos visto. El rumbo debe corregirse inmediatamente, pues la retórica, las políticas y posiciones ideológicas del presidente Petro le están costando la vida y el mañana a todo el país. Mientras Petro trina y gobierna desde Twitter, poco hace en las regiones para sembrar realmente la paz y evitar que los violentos la conviertan en su trinchera para fortalecerse.
2023-05-27T04:39:04Z dg43tfdfdgfd